Face your past without regret. Handle your present with confidence. Prepare for the future without fear.

27 jun 2012

¿Qué es el BDSM?


En este artículo hablaré sobre el BDSM y las relaciones Sadomasoquistas.
Por desgracia, aún se piensa que las personas que les gusta las prácticas sadomasoquistas están enfermas, o mentalmente trabadas, o con traumas infantiles... Puede darse el caso, por supuesto, pero no es lo común. Ya ni hablemos entonces del conocimiento sobre el BDSM en las personas de a pié, que es nulo.
El sadomasoquismo es una variante del BDSM, como una rama de un árbol. Pero a todo esto...
¿Qué es el BDSM?
Este conjunto de siglas que conforman un todo y tienen cada una un significado:
B: bondage (arte de la inmovilización).
D: dominación.
S: sumisión; sadismo.
M: masoquismo
La palabra Sadismo tiene su origen con el Marqués de Sade y sus obras, vanguardistas y brutales para su época. Luego, Leopold von Sacher-Masoch fue un escritor austriaco, inspirador de la palabra masoquismo por los peculiares comportamientos sexuales de sus personajes en algunas de sus obras.

Una cosa a tener en cuenta, el verdadero sádico es aquel que no le importa lo más mínimo el consentimiento o gustos de su víctima, el o la cual, prefiere a su presa rebelde y gimiente. Este tipo de personas son maltratadores y psicópatas en potencia.

El BDSM y el Sadomasoquismo tienen dos cosas en común: a de haber una víctima y un verdugo. Ahora bien, el BDSM es un juego sexual teatralizado, fetichista y discreto, que cultiva la belleza atípica del cuerpo y busca sus cánones estéticos en los aspectos más refinados de la moda. Algunas personas lo llevan a un punto más profundo de un mero juego de complicadas reglas, lo llevan como un modo de vida o filosofía.

Empezaré hablando sobre las tendencias sadomasoquistas… Cuando una pareja  está compuesta por un sádico y un masoquista, se puede llegar a crear la perfecta combinación, como el Ying y el Yang. Pero para ello, previamente han tenido que indagar, demostrar y probar qué tipo de sadomasoquistas son y qué nivel tiene cada uno, adaptándose el uno al otro.
Recordemos que una persona sádica es quien disfruta del sufrimiento que inflige a la otra persona, sea un castigo físico o mental, y se deleita con las variopintas expresiones y reacciones del cuerpo castigado. Y una persona masoquista es quien disfruta de los diferentes castigos que le infligen, ya sean mentales o físicos. Pero hay incluso quien le gusta ambas cosas, castigar y ser castigado, el sadomasoquista en sí. (En mi opinión, estos últimos disfrutan más, por el simple hecho de que tienen más posibilidades de encontrar a alguien con quien gozar de estas prácticas)
Todas las variantes del BDSM, sean del nivel que sean, desde unos simples azotes en las nalgas, hasta la asfixia, tienen por obligación cumplir tres normas básicas: SSC, Sanas, Seguras y Consensuadas. Es decir, siempre, antes de empezar a hacer nada, estas personas deben sentarse ha conversar y aclarar gustos, deseos, fantasías, posibilidades y límites. Y por supuesto, acordar dos palabras claves para el esclavo/a, sumiso/a o masoquista.
La primera es para advertir de que se está llegando al límite de su sufrimiento, tanto físico como mental; la segunda parará el juego o sesión de inmediato, dejando de castigar o humillar a la víctima, incluso desatándolo/a en el caso de estar inmovilizado. Estas palabras tienen por obligación ser diferentes a lo que se va a hacer, o sea, por poner un ejemplo, podríamos poner como primera palabra “árbol”, y como segunda palabra, que indicará que el juego a de parar ipso facto, “manzana”. Las claves que se acuerden no deben tener nada que ver con la situación, ni con las emociones ni sensaciones que tengamos, ya que dicha persona puede estar llorando y rogando que pares, que si no dice la palabra clave, el juego continua. A esto quiero recalcar que dichas palabras clave han de ser muy, pero que muy fáciles de recordar para ambas personas, ya que el dolor puede llegar a nublar la memoria de la víctima.

Aclarado este punto, comencemos con las relaciones Dominante y sumiso. Bien, a los dominantes hombres se les llama Amo, Señor, Maestro, Lord, Duque, etc. A las mujeres dominantes se las llama Ama, Señora, Dómina, Dominatrix, Maestra, Preceptora, Reina, etc. Todo dependerá de cómo quieren ser tratados, obviamente, con el máximo de los respetos. En cuanto al sumiso, tiene muchos calificativos posibles, la mayoría despectivos o “inferiorativos”. Se les llama, esclavo/a, sumiso/a o siervo/a, pero si nos ponemos, se les puede tratar de: perro/a, zorra, puto/a, cerdo/a, (y no voy a seguir porque me entra la risa) etc.
La relación que se establece entre en Amo y el sumiso es sutil y muy delicada. La imagen que pueda tener ahora mismo en su cabeza es errónea, dicha relación no es a base de fusta y doblegación, es más, mucho más; es la plena confianza y el mutuo respeto, la complementación y compenetración de un equipo. Que la búsqueda de la pieza perfecta de dicho puzle sea angustiante y a veces desesperanzadora no quita la grandiosa satisfacción de cuando se ha encontrado. Una vez que se tiene, el camino a recorrer es arduo y frágil, a la vez de placentero. Por eso, es necesario que el esclavo indique claramente los límites que no deben franquearse, porque al menor paso en falso, la armonía se rompe, y hace que la consideración que existía el uno por el otro se resquebraje. Como todo ser humano, uno tiene sus límites, sean morales, éticos o físicos; el quebrantamiento de estas puede llegar a ser mortal. De ahí que el papel del Amo sea tan sumamente difícil, ya que tiene que adaptarse a la personalidad y/o capacidad del esclavo.
Como es obvio, el esclavo tiene que conceder el privilegio de su función; no hay nada más hermoso que el placer embriagador de dominar y moldear a un ser receptivo, pero que a su vez, sabe dar muestras de cierta personalidad e independencia. El hecho de que sepa desobedecer con juicio garantiza una fuente de placer en  ambos. El Arte de desobedecer implica un perfecto conocimiento de los deseos del Amo, por ejemplo, en las relaciones sadomasoquistas, el ingenio del Amo debe renovarse sin cesar para mantener su estatus, ya que caer en lo rutinario va en detrimento de la relación D/s. Para un esclavo, la incertidumbre es un importante aliciente en la relación, esa es la razón por la que un Amo debe ser muy creativo, receptivo a ideas externas y espontáneo, para que el esclavo no pueda predecir las sorpresas que el Amo le tiene reservadas. Una nota: es maravilloso cuando el esclavo te revela sus más íntimas fantasías e intereses, un incentivo para la imaginación del Amo.

Ahora podrá estar pensando en una contradicción de estos roles. Sí, con todo lo que le he estado explicando, y más que usted pueda llegar a investigar, cuando uno llega a comprender la realidad de esta paradoja, todo se vuelve más elemental a la hora de reflexionarlo, incluso llegado el momento de practicarlo. Es por tanto que debido al sutil juego de relaciones de dependencia, el esclavo puede ser quien realmente ostente al auténtico poder en la relación sadomasoquista. Entonces, es el Amo quien se halla en la situación de dependencia con respecto al esclavo. El Amo es el esclavo de su esclavo, pues depende de que este acepte someterse a las servicias que lo excitan.
Para quienes no han sido iniciados en este universo marginal y hermoso ignoran que el Amo/a nunca es quien la gente puede llegar a creer que es, al igual que el esclavo. El juez más intolerante y pétreo puede llegar a ser el esclavo más sumiso y subyugado que se imagine; así como la chica más tímida que suele pasar de inadvertido en el trabajo o en una clase puede llegar a ser la Dominatrix más cruel, soberbia y diva.

La actitud de una Dómina suele haber acariciado la ambición de ser actriz, con este rol podrá realizarlo en su vida privada. Algunas suelen dominar a su pareja habitual ocasionalmente, otras en cambio, exigen obediencia permanente. En el caso de ser una mujer heterosexual, el placer de la mujer autoritaria radica en la revancha que se toma contra el hombre. Las mujeres que empezaron siendo sumisas saben lo que siente un dominado.
La mayor satisfacción del hombre dominante reside en iniciar a un/a principiante y encargarse de su adiestramiento de la A a la Z. El dominante ha de estar pendiente de todas las reacciones del esclavo, más cuando está siendo iniciado. Cuando es un esclavo/a que está siendo iniciado en estas prácticas, el Amo/a es quien le hace descubrir nuevas sensaciones y le ayuda a superar sus miedos e inhibiciones, deleitándose con sus reacciones y progresos. El dominante calcula los efectos sorpresa, maneja los silencios, las esperas, la magia del lugar y la novedad de los accesorios, sabiendo dosificar las experiencias de cada uno de estos, ya que el esclavo/a o masoquista se deja llevar por completo. Nota: un/a Dominante o sádico/a jamás deberá bajar la guardia. Más vale permanecer de pie para dominar o sentarse en alto.
Estos procuran tener un aspecto altanero e inquietante porque su conducta e imagen influyen e intimidan al esclavo/a. Oscar Wilde decía que nunca se tiene una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión. Debe imponer su fuerza mental al sumiso/a, jugar con los silencios y las esperas.

La actitud de un esclavo/a, o masoquista radica en la sumisión, que presupone estar a la orden, dispuesto/a ha someterse a la ley de un/a Dominante sádico/a en el marco de los previos acuerdos pactados. El esclavo ha de tener una buena capacidad de obediencia ciega y gran resistencia física y mental. La resistencia a las humillaciones, a las coacciones y al dolor centuplica la intensidad y el aspecto mental del combate. La espera silenciosa es una de las constantes de esta actitud, que deberá mantener en toda  circunstancia. El esclavo esperará a que le pregunten para abrir la boca, sin olvidar nunca la fórmula de cortesía: mi Amo/a y Señor/a o como al Dominante le guste que le llamen.
Someterse, desobedecer y sufrir el correspondiente castigo, sin dejar de aumentar la tensión hace que el sumiso/a se entregue de un modo absoluto. Si el masoquista o el esclavo/a empieza con un/a Dominante que apenas conoces, este debe permitir ir de la mano del Dominate. Este debe ser sólido y resistente, ya que en caso de queja o mueca el castigo podría duplicarse.

En un nivel más profundo, el rol de sumiso/a le permitirá abandonarse y perder el control, por la sencilla razón de que será otra persona quien decida por usted. Cuando es otra la persona quien se encarga de usted, podrá liberarse de todas las tensiones acumuladas. Es más, si tiene un sentimiento de culpabilidad, conseguirá liberarse de él bajo los latigazos o azotes de su pareja, como si fuera un modo de expiación. El esclavo no debe mostrarse celoso ni posesivo, ya que el Amo tiene todos los derechos de alquilarlo o prestarlo a otros esclavos o Amos.
Los masoquistas y los esclavos/as siempre bajan la mirada; si un sumiso no tiene dueño podrá mirar a la cara, pero si no, este debe mirar a los pies o a los genitales. Solo podrá mirar a la cara si es por previa orden.

   Siempre, después de una sesión de sadomasoquismo, el nirvana se alcanza cuando llega el momento de hacer el amor con desenfreno. Los mimos y las caricias serán el colofón de la sesión.


Hay quien se plantea los dos roles, y hay quien no sabe qué es pero quiere experimentar algo de este complejo y hermoso mundo.
Bien, las personas que en este caso, se identifican en gustos, preferencias y prácticas de ambos bandos: Dominante y sumiso; a estas personas se las clasifica de switchs. El o la switch es quien le gusta dominar y ser dominado, cambiando el rol según se necesite o surja en una sesión o situación. En inglés el verbo to switch en el sadomasoquismo significa cambiar de rol. A los switchs también reciben el nombre de “alternativos” o “auto-reverse”.
Las personas que no se identifican con ninguno de estos bandos, pero desea experimentar, se les llama indefinidos. En una sesión, él o la indefinido está en su derecho de mantenerse al margen y en actitud de reserva. Esta persona estará disponible ante lo que pudiera ofrecerse, como por ejemplo si algún Dominante le ofrece la fusta para que azote a su esclavo/a, o ser voluntario para una sesión de bondage o lamer los pies o los genitales de un/a Dominante. En base a las preferencias o inclinaciones de esa persona, hará que se declare sumiso o Dominante; al fin y al cabo, la balanza se inclinará necesariamente por uno de los dos bandos.




Ahora bien, dentro de todos estos roles, repasemos cuáles son:
1) Dominante
1) Sádico/a

2) Switch

3) Sumiso/a
3) Masoquista

4)Indefinido

Luego, el símbolo del BDSM es un trisquel:
   ¿Por qué un trisquel? Porque es la representación de los tres roles: Dominante, sumiso y switch; también por que son las tres categorías dentro de las siglas BDSM: Bondage/Dominación - Dominación/sumisión - Sadismo/Masoquismo. También representa las tres normas básicas del BDSM: SSC Sano Seguro y Consensuado. Y por último, la triple apertura de cuerpo, mente y espíritu. Algunos relacionan los tres agujeros como la boca, la vagina y el ano. Este símbolo tiene esta forma para poder llevarlo o mostrarlo de la forma que sea y que no sea reconocido por los "vainillas".
¿Vainillas?
Sí, las personas ajenas al BDSM que se contentan con el sexo en su forma más común y burda (y por los que rechazan el BDSM).
Y para acabar: el color que define el símbolo del trisquel y al mundo del BDSM es el Negro.
Pincha sobre la imagen ;)

En fin, mucho por explicar, y más por aprender. Espero, estimado lector, le haya agradado la lectura y que con ello, haya motivado a su curiosidad. Si es así, puedo recomendarle algunos sitios web, como alguna literatura que yo poseo de este ámbito:

        es.wikipedia.org
        www.someteme.com
        www.bdsmcanarias.es


        Pauline Réage. Historia de O. La sonrisa vertical.
        Jacques Jerguine. Elogio de la azotaina. La sonrisa vertical.
        Vanessa Duriès. La atadura. La sonrisa vertical.
        Sade. Las 120 jornadas de sodoma. Valdemar.
        Ramón Cerdá. Recuerdos. Ediciones sobrepunto.
        Rosa peñasco. La sumisa insumisa. Suma de letras.
        Gala Fur. Atrévete con el sadomasoquismo. Rouge Robinbook.









Verónica Mª Beltrán Tacoronte-