En
este artículo hablaré sobre el BDSM y las relaciones
Sadomasoquistas.
Por
desgracia, aún se piensa que las personas que les gusta las
prácticas sadomasoquistas están enfermas, o mentalmente trabadas, o
con traumas infantiles... Puede darse el caso, por supuesto, pero no
es lo común. Ya ni hablemos entonces del conocimiento sobre el BDSM
en las personas de a pié, que es nulo.
El
sadomasoquismo es una variante del BDSM, como una rama de un árbol.
Pero a todo esto...
¿Qué
es el BDSM?
Este
conjunto de siglas que conforman un todo y tienen cada una un
significado:
B:
bondage
(arte de la inmovilización).
D:
dominación.
S:
sumisión; sadismo.
M:
masoquismo
La
palabra Sadismo tiene su origen con el Marqués de Sade y sus obras,
vanguardistas y brutales para su época. Luego, Leopold von
Sacher-Masoch fue un escritor austriaco, inspirador de la palabra
masoquismo por los peculiares comportamientos sexuales de sus
personajes en algunas de sus obras.
Una
cosa a tener en cuenta, el verdadero sádico es aquel que no le
importa lo más mínimo el consentimiento o gustos de su víctima, el
o la cual, prefiere a su presa rebelde y gimiente. Este tipo de
personas son maltratadores y psicópatas en potencia.
El
BDSM y el Sadomasoquismo tienen dos cosas en común: a de haber una
víctima y un verdugo. Ahora bien, el BDSM es un juego sexual
teatralizado, fetichista y discreto, que cultiva la belleza atípica
del cuerpo y busca sus cánones estéticos en los aspectos más
refinados de la moda. Algunas personas lo llevan a un punto más
profundo de un mero juego de complicadas reglas, lo llevan como un
modo
de vida
o filosofía.
Empezaré
hablando sobre las tendencias sadomasoquistas… Cuando una pareja
está compuesta por un sádico y un masoquista, se puede llegar a
crear la perfecta combinación, como el Ying y el Yang. Pero para
ello, previamente han tenido que indagar, demostrar y probar qué
tipo de sadomasoquistas son y qué nivel tiene cada uno, adaptándose
el uno al otro.
Recordemos
que una persona sádica es quien disfruta
del sufrimiento que inflige
a la otra persona, sea un castigo físico o mental, y se deleita con
las variopintas expresiones y reacciones del cuerpo castigado. Y una
persona masoquista es quien disfruta
de
los diferentes castigos
que le infligen,
ya sean mentales o físicos. Pero hay incluso quien le gusta ambas
cosas, castigar y ser castigado, el sadomasoquista en sí. (En mi
opinión, estos últimos disfrutan más, por el simple hecho de que
tienen más posibilidades de encontrar a alguien con quien gozar de
estas prácticas)
Todas
las variantes del BDSM, sean del nivel que sean, desde unos simples
azotes en las nalgas, hasta la asfixia, tienen por obligación
cumplir
tres normas básicas: SSC, Sanas,
Seguras
y Consensuadas.
Es decir, siempre, antes de empezar a hacer nada, estas personas
deben sentarse ha conversar
y aclarar
gustos, deseos, fantasías, posibilidades y límites.
Y por supuesto, acordar dos palabras claves para el esclavo/a,
sumiso/a o masoquista.
La
primera es para advertir de que se está llegando al límite de su
sufrimiento, tanto físico como mental; la segunda parará el juego o
sesión de inmediato, dejando de castigar o humillar a la víctima,
incluso desatándolo/a en el caso de estar inmovilizado. Estas
palabras tienen por obligación ser diferentes a lo que se va a
hacer, o sea, por poner un ejemplo, podríamos poner como primera
palabra “árbol”,
y como segunda palabra, que indicará que el juego a de parar ipso
facto, “manzana”.
Las claves que se acuerden no deben tener nada que ver con la
situación, ni con las emociones ni sensaciones que tengamos, ya que
dicha persona puede estar llorando y rogando que pares, que si
no dice la palabra clave, el juego continua.
A esto quiero recalcar que dichas palabras
clave
han de ser muy, pero que muy
fáciles de recordar
para ambas personas, ya que el dolor puede llegar a nublar la memoria
de la víctima.
Aclarado
este punto, comencemos con las relaciones Dominante y sumiso. Bien, a
los dominantes hombres se les llama Amo, Señor, Maestro, Lord,
Duque, etc. A las mujeres dominantes se las llama Ama, Señora,
Dómina, Dominatrix, Maestra, Preceptora, Reina, etc. Todo dependerá
de cómo quieren ser tratados, obviamente, con el máximo de los
respetos. En cuanto al sumiso, tiene muchos calificativos posibles,
la mayoría despectivos o “inferiorativos”. Se les llama,
esclavo/a, sumiso/a o siervo/a, pero si nos ponemos, se les puede
tratar de: perro/a, zorra, puto/a, cerdo/a, (y no voy a seguir porque
me entra la risa) etc.
La
relación
que se establece entre
en Amo y el sumiso es
sutil y muy delicada. La imagen que pueda tener ahora mismo en su
cabeza es errónea, dicha relación no es a base de fusta y
doblegación, es más, mucho más; es la plena confianza y el mutuo
respeto, la
complementación y compenetración de un equipo.
Que la búsqueda de la pieza perfecta de dicho puzle sea angustiante
y a veces desesperanzadora no quita la grandiosa satisfacción de
cuando se ha encontrado. Una vez que se tiene, el camino a recorrer
es arduo y frágil, a la vez de placentero. Por eso, es necesario que
el esclavo indique claramente los límites que no deben franquearse,
porque al menor paso en falso, la armonía se rompe, y hace que la
consideración que existía el uno por el otro se resquebraje. Como
todo ser humano, uno tiene sus límites, sean morales, éticos o
físicos; el quebrantamiento de estas puede llegar a ser mortal. De
ahí que el papel del Amo sea tan sumamente difícil, ya que tiene
que adaptarse a la personalidad y/o capacidad del esclavo.
Como
es obvio, el esclavo tiene que conceder el privilegio de su función;
no hay nada más hermoso que el placer embriagador de dominar y
moldear a un ser receptivo, pero que a su vez, sabe dar muestras de
cierta personalidad e independencia. El hecho de que sepa desobedecer
con juicio garantiza una fuente de placer en ambos. El Arte de
desobedecer implica un perfecto conocimiento de los deseos del Amo,
por ejemplo, en las relaciones sadomasoquistas, el
ingenio del Amo debe renovarse sin cesar para mantener su estatus,
ya que caer en lo rutinario va en detrimento de la relación D/s.
Para un esclavo, la incertidumbre es un importante aliciente en la
relación, esa es la razón por la que un Amo debe ser muy creativo,
receptivo a ideas externas y espontáneo, para que el esclavo no
pueda predecir las sorpresas que el Amo le tiene reservadas. Una
nota: es maravilloso cuando el esclavo te revela sus más íntimas
fantasías e intereses, un incentivo para la imaginación del Amo.
Ahora
podrá estar pensando en una contradicción de estos roles. Sí, con
todo lo que le he estado explicando, y más que usted pueda llegar a
investigar, cuando uno llega a comprender la realidad de esta
paradoja, todo se vuelve más elemental a la hora de reflexionarlo,
incluso llegado el momento de practicarlo. Es por tanto que debido al
sutil juego de relaciones de dependencia, el esclavo puede ser quien
realmente ostente al auténtico poder en la relación sadomasoquista.
Entonces, es el Amo quien se halla en la situación de dependencia
con respecto al esclavo. El Amo es el esclavo de su esclavo, pues
depende
de que este acepte
someterse a las servicias que lo excitan.
Para
quienes no han sido iniciados en este universo marginal y hermoso
ignoran que el Amo/a nunca
es quien la gente puede llegar a creer que es,
al igual que el esclavo. El juez más intolerante y pétreo puede
llegar a ser el esclavo más sumiso y subyugado que se imagine; así
como la chica más tímida que suele pasar de inadvertido en el
trabajo o en una clase puede llegar a ser la Dominatrix más cruel,
soberbia y diva.
La
actitud de una Dómina suele haber acariciado la ambición de ser
actriz, con este rol podrá realizarlo en su vida privada. Algunas
suelen dominar a su pareja habitual ocasionalmente, otras en cambio,
exigen obediencia permanente. En el caso de ser una mujer
heterosexual, el placer de la mujer autoritaria radica en la revancha
que se toma contra el hombre. Las mujeres que empezaron siendo
sumisas saben lo que siente un dominado.
La
mayor satisfacción del hombre dominante reside en iniciar a un/a
principiante y encargarse de su adiestramiento de la A a la Z. El
dominante ha de estar pendiente
de
todas las
reacciones
del esclavo, más cuando está siendo iniciado. Cuando es un
esclavo/a que está siendo iniciado en estas prácticas, el Amo/a es
quien le hace descubrir nuevas sensaciones y le ayuda a superar sus
miedos e inhibiciones, deleitándose con sus reacciones y progresos.
El dominante calcula los efectos sorpresa, maneja los silencios, las
esperas, la magia del lugar y la novedad de los accesorios, sabiendo
dosificar las experiencias de cada uno de estos, ya que el esclavo/a
o masoquista se deja llevar por completo. Nota: un/a Dominante o
sádico/a jamás
deberá bajar la guardia.
Más vale permanecer de pie para dominar o sentarse en alto.
Estos
procuran tener un aspecto altanero e inquietante porque su conducta e
imagen influyen e intimidan al esclavo/a. Oscar Wilde decía que
nunca se tiene una segunda oportunidad de causar una buena primera
impresión. Debe imponer su fuerza mental al sumiso/a, jugar con los
silencios y las esperas.
La
actitud de un esclavo/a, o masoquista radica en la sumisión, que
presupone estar a la orden, dispuesto/a ha someterse a la ley de un/a
Dominante sádico/a en el marco de los previos acuerdos pactados. El
esclavo ha de tener una buena capacidad de obediencia ciega y gran
resistencia física y mental. La resistencia a las humillaciones, a
las coacciones y al dolor centuplica la intensidad y el aspecto
mental del combate. La espera silenciosa es una de las constantes de
esta actitud, que deberá mantener en toda circunstancia. El
esclavo esperará a que le pregunten para abrir la boca, sin olvidar
nunca la fórmula de cortesía: mi
Amo/a y Señor/a
o como al Dominante le guste que le llamen.
Someterse,
desobedecer y sufrir el correspondiente castigo, sin dejar de
aumentar la tensión hace que el sumiso/a se entregue de un modo
absoluto. Si el masoquista o el esclavo/a empieza con un/a Dominante
que apenas conoces, este debe permitir ir de la mano del Dominate.
Este debe ser sólido y resistente, ya que en caso de queja o mueca
el castigo podría duplicarse.
En
un nivel más profundo, el rol de sumiso/a le permitirá abandonarse
y perder el control, por la sencilla razón de que será otra persona
quien decida por usted. Cuando es otra la persona quien se encarga de
usted, podrá liberarse de todas las tensiones acumuladas. Es más,
si tiene un sentimiento de culpabilidad, conseguirá liberarse de él
bajo los latigazos o azotes de su pareja, como si fuera un modo de
expiación. El
esclavo no debe mostrarse celoso ni posesivo,
ya que el Amo tiene todos los derechos de alquilarlo o prestarlo a
otros esclavos o Amos.
Los
masoquistas y los esclavos/as siempre bajan la mirada; si un sumiso
no tiene dueño podrá mirar a la cara, pero si no, este debe mirar a
los pies o a los genitales. Solo podrá mirar a la cara si es por
previa orden.
Siempre,
después de una sesión de sadomasoquismo, el nirvana se alcanza
cuando llega el momento de hacer el amor con desenfreno. Los mimos y
las caricias serán el colofón de la sesión.
Hay
quien se plantea los dos roles, y hay quien no sabe qué es pero
quiere experimentar algo de este complejo y hermoso mundo.
Bien,
las personas que en este caso, se identifican en gustos, preferencias
y prácticas de ambos bandos: Dominante y sumiso; a estas personas se
las clasifica de switchs.
El o la switch
es quien le
gusta dominar y ser dominado,
cambiando el rol según se necesite o surja en una sesión o
situación. En inglés el verbo to
switch
en el sadomasoquismo significa cambiar de rol. A los switchs
también reciben el nombre de “alternativos” o “auto-reverse”.
Las
personas que no se identifican con ninguno de estos bandos, pero
desea experimentar, se les llama indefinidos.
En una sesión, él o la indefinido está en su derecho de mantenerse
al margen y en actitud de reserva. Esta persona estará disponible
ante lo que pudiera ofrecerse, como por ejemplo si algún Dominante
le ofrece la fusta para que azote a su esclavo/a, o ser voluntario
para una sesión de bondage
o lamer los pies o los genitales de un/a Dominante. En base a las
preferencias o inclinaciones de esa persona, hará que se declare
sumiso o Dominante; al fin y al cabo, la balanza se inclinará
necesariamente por uno de los dos bandos.
Ahora
bien, dentro de todos estos roles, repasemos cuáles son:
1)
Dominante
1)
Sádico/a
2)
Switch
3)
Sumiso/a
3)
Masoquista
4)Indefinido
Luego,
el símbolo del BDSM es un trisquel:
¿Por
qué un trisquel? Porque es la representación de los tres roles:
Dominante, sumiso y switch; también por que son las tres categorías
dentro de las siglas BDSM: Bondage/Dominación - Dominación/sumisión
- Sadismo/Masoquismo. También representa las tres normas básicas
del BDSM: SSC Sano Seguro y Consensuado. Y por último, la triple
apertura de cuerpo, mente y espíritu. Algunos relacionan los tres
agujeros como la boca, la vagina y el ano. Este símbolo tiene esta
forma para poder llevarlo o mostrarlo de la forma que sea y que no
sea reconocido por los "vainillas".
¿Vainillas?
Sí,
las personas ajenas al BDSM que se contentan con el sexo en su forma
más común y burda (y por los que rechazan el BDSM).
Y
para acabar: el color que define el símbolo del trisquel y al mundo
del BDSM es el Negro.
Pincha
sobre la imagen ;)
En
fin, mucho por explicar, y más por aprender. Espero, estimado
lector, le haya agradado la lectura y que con ello, haya motivado a
su curiosidad. Si es así, puedo recomendarle algunos sitios web,
como alguna literatura que yo poseo de este ámbito:
es.wikipedia.org
Pauline
Réage. Historia
de O. La sonrisa
vertical.
Jacques
Jerguine. Elogio de la
azotaina. La sonrisa
vertical.
Vanessa
Duriès. La atadura.
La sonrisa vertical.
Sade.
Las 120 jornadas de
sodoma. Valdemar.
Ramón
Cerdá. Recuerdos.
Ediciones sobrepunto.
Rosa
peñasco. La sumisa
insumisa. Suma de
letras.
Gala
Fur. Atrévete con el
sadomasoquismo. Rouge
Robinbook.
Verónica
Mª Beltrán Tacoronte-
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